No hay duda de que no es fácil invocar una emoción ya vivida, estremecerse nuevamente con un escalofrío pasado, llorar dos veces la misma alegría...
La vida es un manojo de recuerdos que como un rico y denso tapiz tejido a base de imágenes, aromas, sonidos, caras y paisajes, te invita a escudriñar los anhelos que aún te dan la mano y te miran a los ojos, esos cuyas caras creíste conocer, cuyos pasos aún suenan pum! pum! en medio de la muchedumbre...
Este escrito es una osadía, un antojo de celebrar los encuentros irrepetibles, incomprensibles e inesperados, los tropiezos de a golpe de seis y media, los pactos de patria, índice y pulgar, las historias de dos manos, un auditorio, tres caprichos y una llave de ascensor.
Es una invitación a abrazar las presencias que voltearon a mirarte mientras dejabas atrás la mesa de galletas y café, las que se despidieron queriendo partir contigo, cuyos labios callaron, cuyos ojos gritaron...
Un tributo a las miradas que intentaron aspirar tu perfume desde el otro lado del salón, a los susurros cuyas voces eran serenas y suaves como el silencio de las ciruelas, a esas promesas con nombre pero sin cara, a las fantasías con cara pero sin nombre, a la platónica ilusión que te recibió aquella tarde al tope de la escalera...
A los amores que se miraban a las siete, se buscaban a las nueve y se soñaban a las once, a aquellos que viajaban a tu alcoba cada vez que te veían sonreír. A los que, sin saber que eran amores, simplemente escondieron el abrazo y morían (aunque aún les cueste aceptarlo) por volver de nuevo a las cuatro y cuarenta.
A los que dijeron "nos vemos" cuando sonreídos caminaban hacia al fondo del pasillo, a aquellos de ojos rojos pero tiernos, a la tristeza de corbatas y las fantasías de maletín, a esos párpados que aún conciben el sueño con una llave entre las ganas y el pensamiento.
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Qué más que una hermosa bailanta de historias, un frondoso Bejuco de memorias prendido a tu cuello, un desfile de promesas con olor a casa y un ramillete de ilusiones con sabor a vida, para celebrar el incesante latir de un corazón conmovido ante tantos milagros...