Thursday, June 23, 2011

Soy la que soy -ni más, ni menos-...

Me llamo Carolenys Tovar pero puedes llamarme Lazooleeta.
Vivo abriendo ventanas de papel, y en mi afán de asomarme en ellas, me dejo seducir por la creatividad y por las ansias de explorar mundos mágicos.
Soy amante del arte folclórico, los títeres, los perolitos y los talismanes. Me gusta saltar de alegría, gritar cuando tengo frío y recitar poemas cuando camino al aire libre. 
Anduve por años buscando mi verdad sin querer encontrarla. Las voces del mundo me empujaban a esperar por el relato digno de ser escrito, por el paisaje digno de ser pintado y la melodía digna de ser danzada, mas comprendiendo que una escritora empedernida de poemas en servilletas también tiene derecho a documentar su búsqueda, a crear un espacio en el cual confesar que no sabe qué es una diáspora ni una cuartilla, empecé a escribir sin importar quién era ni a lo que había venido, sin tener algo nuevo o interesante que revelar, simplemente abrí las puertas de mi corazón,  me postré frente al mundo con el alma desnuda y descubrí que hay que convertirse en espadachín, rescatar mapaches místicos y abrazar sirenas terrestres, para comprender que contar una historia no es siempre un asunto de palabras, que un "simple" relato puede ser a su vez, pintura, paisaje, danza y melodía.
Aprendí que las historias hay que "serlas" y en un acto de profundo abandono, dejarse seducir por ellas. En mi intento de "ser" la mía, he adoptado medios que van más allá de la palabra... En mi cielo he esparcido estrellitas de metal, he refugiado el espíritu en guaridas de madera, he cubierto con cuero y fibras los anhelos desnudos, me he afanado en modelar sonrisas de arcilla para soldaditos que no saben sonreír.
Sin análisis  ni complicadas teorías, mi arte es una expresión que celebra la belleza que se esconde tras las cosas sencillas, es una mezcla de amor, gratitud, pedacitos de talentos, un corazón y unas manos con demasiadas historias que contar...

Friday, June 17, 2011

Escucha... Escucha...

Anoche soñé que la alegría me miraba cuerpo adentro, que las ganas de danzar me comían las espaldas y que  montones de paneleros de San Joaquín sacudían a lo lejos sus bolsitas de panelas gritando que me sacara las manos de los bolsillos.
Desperté sintiendo que una mirada intrépida pero tierna me buscaba y tarareando una melodía extrañamente familiar empecé a murmurar entre dientes: " La Libertad es una voz".
Quise silenciar esa voz creyendo que lo único que tenía para compartir era un escalofrío,  pero hoy, después de encerrarme con mi bruja en un cuartico de 3 x 3 hasta que viera el miedo directo a los ojos, he logrado comprender que la Libertad se vistió de panelero para que sin ataduras me atreviera a gritarle al mundo cómo se ve la vida desde esta esquina; que ella sacudió sus bolsitas de panelas para llevarme por las calles entre pálidos empeines y cuellos olvidados, empujándome a danzar con los pechos cara al viento y construyéndome un balcón desde donde asomarme a contemplar la vida en su plenitud.
Así que sacaré las manos de los bolsillos y escribiré desde ese espacio donde siempre seré libre...
Ahhhh! Lo hermoso que va a ser recorrer los campos de trigo con los pies descalzos! Treparme en los árboles y jugar a esconderme de la Luna!
Después de todo ha de ser cierto: "La Libertad ES una voz" y hoy, más que nunca, me está hablando al oído.



Wednesday, June 15, 2011

Para Sole...

Recientemente escribí una historia que recoje la simbología mística y espiritual de las tribus Wayuu y Yanomami.
Este relato originalmente nació para ser el elemento escrito de mi línea de trabajo "Los Colores de Mi Tierra", pero como toda historia trajo también consigo una intención futura... Nació para que un día como hoy, yo pudiera recordarle a una mujer muy especial que la sonrisa es un sol que todos llevamos dentro y que sólo basta detenerse un minuto y arrullar un suspiro en silencio para comprender que nunca, nunca, estamos realmente solos.
Soledad, esta historia te la dedico a tí...

"Hace mucho tiempo atrás, donde el mundo humano y el espiritual convergen, habitaba una mujer cuya alma era tan pura que de sólo sonreír podía convertir la noche en día.
Una mañana de abril una brisa de nostalgias sacudió su ser, una ráfaga de angustias arrebató de su espíritu la ingenuidad y de su corazón, la sonrisa. Muchas lunas pasaron, mas no encontraba la fortaleza para invocar a los buenos espíritus que habrían de concederle un milagro de los cielos, hasta que un día, una memoria ancestral le habló de su noreshi* y una guacamaya de color rojo intenso se pozó sobre su cabeza. Sin saber cómo, ni por qué, su alma comenzó a apartarse de su cuerpo e imaginando que alzaba el vuelo rumbo a otros mundos, cerró los ojos quedando profundamente dormida.
Llegó el amanecer y allí estaba ella, cubierta de aves multicolores y vivos tapices, estremecida y feliz derramando lágrimas de amor y gratitud, pues Lapu* conmovió su espíritu y abrió su corazón, devolviéndole a su ser la ingenuidad y la sonrisa.
Dicen que cada vez que ella danza La Yonna* con el viento, sus lágrimas convertidas en plumas y pompones coloridos descienden sobre la Tierra, dejando de ser tan sólo el recuerdo vivo de una hermosa historia, para convertirse en símbolo de la dicha que tenemos de poder sonreír."

*Noreshi según los Yanomamis, es el doble animal que cada individuo tiene desde su nacimiento.
*Lapu significa sueño en idioma Wayuunaiki, lengua de los indios Wayuu.
*La Yonna es una danza tradicional de los indios Wayuu.

Tuesday, June 14, 2011

Y volví a verme en los ojos de mi Tierra...

Creí correr a los brazos de Mi Gente con el cuerpo afligido sólo para descubrir que el verdadero quebranto lo llevaba en el alma...
Demasiados amaneceres sin guacharacas, demasiado tiempo sin recorrer los caminos de la infancia, demasiadas las ansias de ver un pedacito de mi historia en la mirada de un hermano.
Volví a aquellos rincones donde empezó a escribirse esa historia y supe que la piel recordaba cuando la sentí perspirar de alegría. Recogí de sus espacios el murmuro de la lluvia; me embolsillé secretamente el cantar de la aurora; oré frente la Virgencita del Valle que bendice la improvisada gruta que reemplaza a un extinguidor.
Así de hermosos son los pasillos del recuerdo, impregnados de todo el calor de Mi Gente Querida, repletos de un montón de payasitos, maripositas, "Niños Jesuses" y canciones; poblados de "te quieros" y de nostalgias que permanecen frescos en el alma y en el pensamiento.
Estas cortas pero sinceras líneas van dedicadas a las manos, las miradas y las presencias que me devolvieron la sonrisa; a las palabras, la ternura y los abrazos que impregnaron nuevamente mi vida de color.
 He vuelto a ver pero con una visión renovada, he vuelto a amar pero con el corazón despierto, he vuelto a vivir uno de esos presentes que (gracias al cielo!!!) hablan futuro.
 He vuelto a soñar, a volar, a reír, a danzar, a crear, a caminar felizmente estos espacios mientras sigo escribiendo mi historia...
Gracias Venezuela!